Y vivía escapando, corriendo con todas sus fuerzas, más de lo que sus pies podían, más de lo que sus pulmones resistían,
lastimándose con las ramitas, creándose sus propias
heridas, tropezando con las mismas
piedras que años antes la hicieron caer, huyendo de un
monstruo que ella misma creó, con sus propias manos. Así era,
así siempre será.