domingo, 28 de abril de 2013

No entiendo cómo es que hay gente que cuando piensa en amor, piensa en una pareja. En una relación amorosa. No lo entiendo.
Para mí, cuando pienso en amor, pienso en ella. ¿Quién es ella? Mi mejor amiga, mi hermana. Alguien que tengo más de 700 km., alguien que no tengo la oportunidad de ver todos los días (de hecho, nunca la vi, y sin embargo, sé que está ahí), alguien que me acaricia a través del monitor siempre que puede.
Ya van tres años desde la primera vez que hablamos. Bueno, tres años y un poco más, ya que fue en verano. Si no me falla la memoria, era en diciembre. Yo era la antisocial que prefería libros e Internet y resultó ser que no era la única. Era la época del iconito azul y verde, el Messenger, que te facilitaba todo. Podía pasar horas y horas hablando que el sonidito infernal no me molestaba para nada. Por fin tenía cosas en común con alguien, por fin alguien no me despreciaba ni me juzgaba, era como volver a empezar siendo yo, sin mentirme a mi misma para gustarle a los demás.
Pero no, no eramos tan unidas todavía, hicieron falta bastantes cosas para unirnos. La pérdida de amistades nos unió. Volví a quedarme sola, o eso creía, pero no, una vez más, me demostraba que seguía ahí. Y en un abrir y cerrar de ojos, nos hicimos inseparables. Bueno, ''inseparables''. Lo único que nos separa es un puto teclado, una puto monitor y la puta red social llamada Facebook. Pero ella está ahí. Apoyándome. Cuidándome a su manera. Fortaleciéndome.